El 6 de agosto de 1945 marca un terrible día en la extensa historia de Japón. A las 8:15 AM una bomba nuclear fue lanzada sobre la ciudad de Hiroshima, dejando en cenizas la ciudad. Afortunadamente la ciudad de Hiroshima, como también Nagasaki (dónde también se lanzó una bomba atómica), encontró las fuerzas suficientes para reconstruirse y devolver la vida a la ciudad, en la que actualmente habitan 1,194 millones de habitantes. Sin embargo, Japón no ha olvidado el terror que causaron estas armas y las miles de vidas perdidas, razón por la que cada año el 6 de agosto se celebra una ceremonia conmemorativa para recordar a las victimas y nunca olvidar la necesidad de la paz.
A las 8 de la mañana personajes importantes se reúnen con los supervivientes, sus familiares y los habitantes de Hiroshima para recordar los trágicos hechos y a las 8:15 se dedica un minuto de silencio a las víctimas. Durante todo el día los visitantes visitan el Parque de la Paz con un sentimiento solemne y pesado, recordando siempre el miedo y la brutalidad de la bomba. A las 18:00 empieza el Toro Nagashi, en el que se lanzan al río farolillos de papel con deseos de paz escritos. Se trata de una celebración multitudinaria, pero en el que reina el silencio, el respeto y la pena.
El Parque de la Paz
En 1955 se construyó el Museo Memorial de la Paz de Hiroshima, con la finalidad de hacer saber a las personas el carácter inhumano de las bombas atómicas y las desgracias que traen con ellas. El museo se encuentra en el Parque Conmemorativo de la Paz, un parque dedicado al suceso del 6 de agosto y todas sus víctimas. En su terreno se pueden encontrar un seguido de monumentos, edificios y esculturas para conmemorar ese día. El parque se encuentra en lo que antaño fue el distrito Nakajima, que antes de ser arrasado, fue el núcleo administrativo y comercial de la ciudad.
En el parque podemos encontrar:
La cúpula de la bomba atómica: es posiblemente el edificio más conocido de todo el parque. La cúpula fue el único edifico cerca del epicentro que quedó en pie después de la explosión. Construido en 1915, estas ruinas son el mejor ejemplo que queda para poder ver con nuestros propios ojos la devastación que dejó atrás la detonación de la bomba a tan solo 150 metros de distancia y 600 metros de altura.
El monumento de la paz de los niños: es una escultura en memoria de los niños que murieron durante el ataque, entre los que se encuentra Sadako Sasaki. Con tan solo 2 años de edad Sadako vivió el lanzamiento de la bomba y pese a sobrevivir, debido a los efectos de la radiación, fue diagnosticada con leucemia. En el hospital empezó a hacer los senbazuru (mil grullas de origami), para pedir su recuperación. Aunque su deseo no se cumplió, gracias a ella esta tradición (que ya existía) se popularizó. Ahora, alrededor de la escultura encontramos muchos de estos senbazurus que los visitantes traen, como ofrendas para ella y todos los otros niños que fueron arrebatados de la vida.
La llama de la paz: además de conmemorar a las víctimas, la llama de la paz, encendida el 1 de agosto del 1946, seguirá ardiendo hasta que desaparezcan todas las bombas nucleares del mundo, evitando que el mismo desastre vuelva a ocurrir.
El cenotafio memorial: se encuentra en el corazón del parque y conmemora las más de 200.000 víctimas de la bomba. En ella encontramos los nombres de todas las víctimas (en 2015 había un total de 297.684 nombres). Debajo del gran arco de cemento se encuentra una inscripción que se traduce a «Descansad en paz, pues el error jamás se repetirá«, una expresión sin sujeto para evitar culpar a nadie, haciendo referencia a toda la humanidad.
EL MUSEO MEMORIAL DE LA PAZ
Aunque vuestra estancia en Hiroshima sea corta y no os de tiempo visitar todo el parque, os recomiendo reservar un poco de vuestro tiempo para poder visitar el museo, es sin duda una visita que vale mucho la pena. El museo tiene como objetivo divulgar los horrores inhumanos de las armas nucleares para transmitir el mensaje de «No Más Hiroshimas«.
La exposición se basa en una parte informativa sobre las razones por las que se eligió Hiroshima como objetivo, de entre diferentes opciones, y maquetas del antes y después de la explosión de la bomba, como también múltiples fotografías. Es realmente impactante ver la situación en la que quedó Hiroshima, pues muchas personas, yo incluida, no llegan a imaginarse la destrucción que ocurrió realmente. Posteriormente, la visita se centra en las víctimas del ataque y cómo cambiaron sus vidas. Después de la remodelación de la exhibición (abril 2019) se han incluido muchos más testimonios de las víctimas, y es que conocer a personas reales (con nombre y apellido) añade una esencia más real sobre lo que tuvieron que vivir los cientos de miles de personas que sobrevivieron a la detonación.
A lo largo del recorrido se exponen diferentes objetos que sobrevivieron el estallido, como rastros de lluvia radioactiva en una pared o arroz carbonizado, como también relojes parados a las 8:15. También se presentan las diferentes historias de las víctimas, aquellas que fallecieron en el momento de la detonación, las que sobrevinieron durante un corto período o las que tuvieron que vivir con las consecuencias de la radiación. Sus trágicas historias están muy bien explicadas y no fallan en hacer surgir el sentimiento de compasión y tristeza. El final de la visita se centra en el presente. Expone la situación actual sobre la existencia de las armas nucleares (¡unos datos que seguro que te van a sorprender!), los números y los esfuerzos que se han hecho y se siguen haciendo para hacerlas desaparecer.
Después de este largo y duro recorrido, vas a salir de la exposición con muchas emociones y cosas en las que reflexionar. Creo que esta visita fue el momento en que menos sonreí en todo mi viaje por Japón, pero sin duda no cambiaría ese tiempo por otra cosa. Para las últimas actualizaciones sobre el museo, visitad su página web oficial.
Para no acabar con un tono tan pesado y oscuro, ¡os voy a presentar un restaurante buenísimo al lado del parque (por si acabáis la visita justo a la hora de comer)! Se trata de un restaurante de okonomiyaki (muy famosos en Hiroshima), Nagata-ya. Además de ofrecer comida deliciosa, también es un espectáculo, pues puedes ver cómo preparan los okonomiyakis enfrente tuyo, en una plancha gigantes y a una velocidad sorprendente. ¡La boca se os hará agua mientras veis cómo se cocina vuestra comida en frente vuestro!